13.5.11

La piedra-miedo [Detenimiento en el cambio]



para @Eliseirena



Querida/o lector/a te pido que leas con detenimiento el siguiente diálogo:

A- Cómo mover una piedra gigantesca que obstaculiza todos los cambios necesarios

B- Tal vez solo hay que soltarla ;))

C- ¿Cómo quitar el miedo a la gente que se aferra a la piedra que la aplasta, porque cree que no se puede agarrar de otra cosa?


Me lo he traído aquí digamos mañosamente, al territorio de lo educativo en el que trabaja este blog. Lo he sacado de su contexto, la discusión sobre las salidas a la profunda crisis de todos los órdenes sociales en México, que ha sido disparada a partir del movimiento de víctimas de la guerra encabezado por Javier Sicilia, disparada porque a partir de su manifestación en marchas nacionales hay ahora en la circulación de los discursos públicos (incluyendo los medios) elementos que antes solo eran parte de secciones marginales. 

Lo he traído aquí no para responder la pregunta, sino para devolverla a todos ustedes. Estuve tentado a dejarlo solo porque me parece que ya por sí mismo encierra una reflexión educativa de primer orden. Pero quise, espero no ser fallido en mi intento, realzarla un poco para ustedes. Leamos el mismo diálogo en forma de poema –vuelvo a pedir no su atención, su detenimiento:


 
1
Mover
2
[tal vez] soltar
3
quitar
4
[me] aferro
5
creo
6
[no] puedo
7
Agarrar [me]



El poema se podría llamar piedra-miedo o piedra-cambio. Las primeras tres líneas son descriptivas, no habla nadie, como puede también verse en las dos primeras locuciones del diálogo. En la última parte del diálogo aparece un sujeto, la gente, que yo he transformado en primera persona, con el propósito de dar resonancia personal al texto –como espero que en algunos de ustedes haya ocurrido.

El poema sencillamente se parte en dos, se desgaja entre el mundo externo de los primeros tres verbos en infinitivo –mover, soltar, quitar– destinados a la acción, y el mundo interno de los últimos –me aferro, creo, puedo, agarrarme– que describen el estado de una subjetividad. Escisiones: ¿de la acción y la interioridad, de nuestras explicaciones, de nuestras propias vidas, de nuestra calle?

Muy interesante me ha parecido la paradoja de la segunda parte del poema:


4
[me] aferro
5
creo
6
[no] puedo
7
Agarrar [me]


 
Aferrarse termina siendo una forma de no poder agarrar. Lo que queda en las manos es nada, nada más que lo que se cree. Como si creer produjera una realidad que es fantasía, o una fantasía que es realidad. En estos tiempos de guerra ¿cómo es para nosotros eso de creer, de la realidad y la fantasía?

Finalmente, como ustedes ya lo debieron haber notado, el poema vuelve más claro que las interrogaciones del diálogo eran más bien afirmaciones. Contundentes afirmaciones:

hay una piedra gigantesca que obstaculiza todos los cambios necesarios
la gente tiene miedo
la gente se aferra a la piedra que la aplasta
la gente cree que no se puede agarrar de otra cosa

Afirmaciones a las que todos asistimos, afirmaciones metafóricas de algo que parece no nombrarse, algo contundente como la ley de la gravedad, como si ellas mismas fueran la piedra gigantesca, la piedra que aplasta. 

Entonces, ¿dónde, quién, para qué, cómo el cambio?

Por favor no vayan a salir como es@s alumn@s que dicen: profe, usté es muy filosófico. ¿Qué dicen?



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